jueves, abril 18, 2013

Un sueño de elaboración

Hoy me desperté tranquila, Gui preparó el desayuno, charlamos un poquito antes de que tuviera que salir corriendo tras el colectivo. El micro dijeran los platenses. La mañana siguió con su sol enorme, el cielo infinito, yo sin poder dejar de jugar jueguitos en la computadora. Repentinamente se me vino, entre explosiones del candy, una imagen. Un amigo angustiado. Sin más, como un dominó, se sucedieron el resto de las imágenes que conformaban el sueño que tuve anoche. Estábamos en Guerra. La intención de los hombres malos no era destruir la ciudad, sino destruir a los habitantes. Por lo que pasaban en aviones, helicópteros y otros corriendo, tirando unos explosivos. Eran como unas viboritas que explotaban con la suficiente intensidad como para matarte, y también eran lo suficientemente pequeñas para que se desparramaran dentro de una casa y que fuera terriblemente difícil controlarlas y huir. Todo el sueño estábamos en movimiento, intentando escondernos de los atacantes. En un momento no sabíamos de algún amigo, o no podíamos saber si se salvarían.. en el momento de la huida estábamos todos solos. Me escondí en un placard con ropa, entró una viborita. la agarré y me dio un poco de corriente, pero logré sacarla a tiempo. Cuando abrí la puerta para realizar mi cometido, entró mi amigo con cara angustiada, con temor, sin saber dónde estaba su novia. Finalmente la encontramos. El cielo se despejó, teníamos que salir y dirigirnos a la playa. Al llegar, todos los aviones estacionados haciendo de paredón, muralla, impidiéndonos ver o acceder al mar. Viejas cholulas ocupando los primeros lugares de un auditorio. Se terminaron las imágenes, no podría decir que también el sueño. Las viboritas me recordaron el agua de la inundación, aquello de lo que era tan dificil huir, los temores que aparecieron esos días, el refugio que encontraba en la niñez... Lo iré pensando, pero qué loco es el trabajo del sueño..

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