sábado, agosto 03, 2019

Grieta

Imagino el silencio absoluto del campo, a la hora de la siesta. El sol incendiando la tierra. Mi abuela alejándose lentamente, palo en mano, tras una serpiente venenosa. Mi papá, aún bebé, sobre el suelo partido, envuelto con alguna tela que lo protegiera, apenas. Llanto perdido en el medio de la nada. Llamado instintivo para que alguien pudiera encontrarlo antes de que el calor o un animal se lo llevaran antes. Debe haber sido la tarde más larga, aterradora y solitaria de su vida. O la primera.

No hay comentarios: